Tanque lleno
El día de ayer platicaba con mi
familia de la psicosis que se vive en las calles por todo este tema del
desabasto de gasolina que según no es desabasto, y hoy me disponía a ser uno de
esos carros parados por horas haciendo fila para que me tocara mi turno, la
semana pasada la había librado porque mi hermano me había consiguió una garrafa,
pero esta vez no la libraría a menos que
pagará el doble de precio por litro o bien sin más remedio tenía que formarme.
Iba de camino a mi trabajo cuando
recibí una llamada de mi tía diciéndome que en las gasolineras de la carretera habían
surtido unas pipas por lo que me dirigí inmediatamente. Mientras iba en camino
a la salida de la ciudad iba viendo que en todas las gasolineras del camino había
un mínimo de 200 carros esperando su turno; por el trafico iba a vuelta de
rueda y veía como la gente estaba desesperada unas personas fuera de sus carro
sentadas a media calle desayunando, otras hablando por teléfono zangoloteando los
brazos, otros discutiendo con otra gente y así viendo varias historias más si seguía
poniendo atención.
Al llegar a una de las
gasolineras de la carretera mis ojos se iluminaron ya que no creían lo que veían,
una fila realmente corta comparada con las que había visto anteriormente.
Inmediatamente me forme atrás del “ultimo” carro, me disponía a seguir
escuchando unas buenas rolas cuando de repente me tocaron el cristal del lado
del copiloto eran tres señoras haciéndome señas que no entendía, baje la música
y los cristales: “Señorita disculpe pero se tiene que ir a formar, no se puede
meter así porque si”, yo confundida pero muy amable les conteste: “ una gran
disculpa pero que no es este el final de la fila” y me dijeron “no mire a su
derecha”, en efecto había una calle al lado de esa fila corta que le seguía una
fila larguísima, apenada me retire inmediatamente sin decir más.
Ya estaba en la situación de
seguir y no parar hasta conseguir gas, le volví a llamar a mi tía y me dijo que
más adelantito había otra gasolinera, le seguí dando al carro hasta que vi la
fila a un costado de la carretera y me incorpore. Ya estando ahí seguí con mis
rolas cantando a todo volumen para que el tiempo se hiciera más corto. Solo veía
pasar al lado de mi carros y trailers a toda velocidad, a los minutos de estar ahí
quede emparejada con un puesto de fresas baje el cristal y empecé a socializar con el señor me empezó a
contar varias cosas, después me dijo que ya estaba súper cerquita como a 1 km
de llegar y me regalo un puñito de fresas, es increíble cómo la gente es más
amable cuando les regalas toda tu atención. Aunque agradecida por el gesto; saque de
volada mi cartera para pagárselas y oh sorpresa como podía salir de mi casa sin
dinero en efectivo y peor aún estar formada en una fila en donde no tenía la
seguridad de que aceptaran tarjetas de crédito. Pero la fila estaba avanzando
tan rápido que valía la pena correr el riesgo. Seguí avanzando y baje
nuevamente los cristales para escuchar al mundo exterior y a la vez contestar
los mensajes de whats que tenía pendientes, un muy buen amigo me hizo el favor
de mandarme un libro en pdf para entretenerme “La Razón intuitiva” al estar leyendo me acorde que siempre tengo
monedas debajo de los asientos; necesitaba dinero en efectivo para darle
propina al muchacho que me atendería pensando positivamente en que si me aceptarían
la tarjeta. Al bajarme unos muchachos estaban puchando al carro de atrás, me
preguntaron qué porque había quitado la música; por lo que deje de leer y les volví
a poner las rolas que según ellos decían estaban buenísimas y pues sí que lo
estaban.
Cuando menos lo espere vi a lo
lejos el letrero de la gasolinera y todo el tramito que faltaba fue circulando
cada vez más rápido. Al llegar me recibió un señor y me dijo que él me indicaría
a cual bomba tendría que irme, me hizo la señal y me mando a la bomba número 7.
El despachador se acercó y me
dijo: “Buenos días Señorita, solo le podemos poner $500.00” pensé que no estaba
nada mal en comparación con otros lados que solo te ponen 15 lts; pero no había
peor lucha que la que no se hacía así que le respondí: “¿no me podría poner
poquito más?” en un tono muy despacito me pregunto qué cuanto ocupaba, le dije
que necesitaba el tanque lleno. Dio unos pasos el muchacho y se acercó a hablar
con un señor. A lo lejos yo veía que este señor asentía con la cabeza, regreso
de prisa y me dijo que no había problema y me lleno el tanque. Le page con la
tarjeta y le di las monedas que encontré debajo de mi asiento. Le agradecí y me
marche.
En el camino de vuelta hacia mi
trabajo solo pensaba en esa hora y media en la que aprendí de otras personas. Además
de estar muy feliz por tener el tanque lleno, cosa que nunca antes imagine que
eso me pudiera hacer feliz, por eso hay que valorar todo lo que tenemos, lo que
se nos va presentando y siempre tener la mejor actitud.
Gracias Vida!
Por: Rocio Rune
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